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22/04/2024

La indignación social crece ante el aumento de los sueldos de los senadores

El descontento y repudio social generaron que se estén presentando en el Congreso distintas alternativas que hagan viable el incremento de los sueldos.

La indignación social crece ante el aumento de los sueldos de los senadores

Comencemos por revisar cómo se conforma el sueldo de los legisladores nacionales: cobran una “dieta”, por lo general así se denomina el sueldo que perciben, a lo que se le añade una suma por gastos de representación, un monto fijo que es determinado por la presidencia de cada Cámara, la de Senadores y la de Diputados, con un “plus de desarraigo” para los que viven a más de 100 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, calculado como el 14,2% del total de su “dieta” y gastos de representación.

¿Qué establece la resolución aprobada por el Senado? Aparece una dieta más a ser calculada, ahora son 13 dietas anuales, antes eran 12, y su equivalente en módulos que es la unidad con la que se calculan los sueldos de los empleados legislativos, con un valor que se le va asignando, susceptible de modificaciones de acuerdo a la situación económica vigente en el país en cada momento de su adecuación. A través de la resolución, se estableció en un monto de $4.500.000 en mano, $7.200.000 brutos.

¿Cuál fue la modalidad de la votación? Sobre tablas, como ocurre con toda proposición cuyo objeto es la consideración inmediata de un asunto, con o sin dictamen de comisión, que en este caso no tenía, y para la cual se requiere de las dos terceras partes de los votos. Se trataba de un proyecto de “autoría de varios senadores” como bien señaló la vicepresidenta Victoria Villarruel en calidad de titular de la Cámara Alta, que necesitó de la votación del requerimiento de tratarlo sobre tablas, para luego votar por el proyecto de resolución. Y fue aprobado. La mayoría lo votó. A mano alzada.

Haberse votado a mano alzada, y no de manera nominal, que implica una computación en pantalla para conocer el voto de cada uno de los legisladores, aunque se pueda obviar por haberse alcanzado la unanimidad en la comisión correspondiente o no se hayan planteado disidencias, supone que sólo queda el registro de la filmación y una confirmación que es taquigráfica respecto de su aprobación. Pero lo que presupone es que ha existido un acuerdo previo para alcanzar una votación favorable para el proyecto, en este caso de resolución y no de ley, para asegurarse el aumento de sueldo de los senadores. Favorable no significa unánime, así que, en este tipo de votación, el que quiere votar en contra debe pedir la palabra y expresar fehacientemente su decisión.

El trasfondo político entonces consiste en el acuerdo preexistente para alcanzar una votación favorable que permita que, a partir del mes de mayo, se vea reflejado el aumento en las dietas de los senadores, alcanzando un valor de alrededor de $4.000.000 promedio en la mano, más cercano a los $4.500.000, cuando antes cobraban $1.800.000. La otra arista pasa por las explicaciones que debió brindar la vicepresidenta Victoria Villarruel, en calidad de titular de la Cámara Alta, quien aclaró que “lo que sucedió en el Senado es perfectamente legal y no tengo herramienta alguna para frenarlo”, defendiéndose de acusaciones que la dejaron en un lugar vulnerable, sobre todo cuando fueron los integrantes de La Libertad Avanza los que, en línea con el presidente Javier Milei, se opusieron a dicho aumento, o cualquiera que se hubiese propuesto. Desde 2011, a través de una resolución en conjunto, la dieta de los diputados y senadores, se estableció en un 20% por encima de un trabajador de la categoría más alta de la Cámara correspondiente, lo cual fue claramente arrasado con la aprobación de esta última resolución.

“Como presidente del Senado no soy una senadora, no cobro del Senado y no puedo interferir en esas decisiones, tampoco puedo obligar a que se vote nominalmente ni a que se justifique la decisión avalada por todos, porque no soy senadora”, se justificó la vicepresidenta Victoria Villaruel, luego de la fuerte repercusión que tomó la decisión adoptada por los legisladores en el recinto de la Cámara Alta. “Los únicos 7 que votaron en contra son los senadores de La Libertad Avanza… El 2025 será paliza histórica”, expresó el presidente Javier Milei a través de su cuenta de X, incluso cuando, según Villarruel, ningún senador en el recinto se opuso al proyecto de resolución, como establece el reglamento en casos en que no se esté de acuerdo con la votación a favor del mismo. Pero sí salieron a defender la posición partidaria y del primer mandatario, los legisladores oficialistas, de modo de diferenciarse de la votación mayoritaria de la Cámara Alta para tomar semejante determinación.

Hubo un antecedente más inmediato en el tiempo, de un aumento del 30% de los sueldos de los Senadores, que los dejaba en $2.500.00 en mano, $3.500.000 brutos, con un incremento del 8% retroactivo al 1ro de marzo, que derivó en un supuesto distanciamiento entre la vicepresidenta y el primer mandatario, desmentido por ambos a través de múltiples gestos, sobre los cuales hice referencia en otra editorial de @Haceinstantes, que los mostró unidos de manera compacta, contrarrestando cualquier suspicacia y elucubración que pudiera mostrar un enfrentamiento o, al menos, diferencias conceptuales en temas tan sensibles como éste. El asunto es que el rechazo de ese aumento dejó en evidencia el contraste con el cálculo del 170% de aumento que permitió la votación de la última resolución propuesta. Mientras el oficialismo intenta desandar el camino acordado para el aumento, el presidente de la Cámara de Diputados, enfrenta su propia batalla con los legisladores que pretenden lograr el mismo resultado en la Cámara Baja, para lo cual, de imitar su modalidad y celeridad, deberían ponerse de acuerdo con anterioridad, siendo que lo que ocurrió en la Cámara presidida por Villarruel, fue un golpe de efecto.

El presidente Javier Milei está furioso con este aumento, porque su resultado se tradujo en descontento social, repudio, irritación e indignación, cuando la ciudadanía está haciendo un enorme esfuerzo para sostener un ajuste que en muchos de los casos les hace optar entre lo más urgente e indispensable de lo que es a su vez es importante en su consumo cotidiano de bienes y servicios, todo en pos de alcanzar un bienestar económico que demuestre que vale la pena someterse a semejante sacrificio, esperado también sea asumido por la que el presidente denomina “casta política”, señalada a su vez por quienes lo votaron y/o creen en el proyecto impulsado por el primer mandatario. También molestó y mucho, hay que admitirlo, el asenso, en rango y jerarquía, de algunos funcionarios estatales.

Por un lado, el desacuerdo y descontento social ante el aumento. Por el otro, ¿qué posición asumen los distintos sectores del poder político? En palabras de algunos de sus representantes, podríamos citar a la titular del Senado, Victoria Villarruel, quien se había expresado anteriormente al respecto, afirmando que los legisladores “tienen que ganar bien y actualmente no ganan bien”. Martín Losteau, presidente de la Unión Cívica Radical, defendió la suba de su sueldo, estableciendo que “cobrábamos menos que un tuitero del Presidente”, asegurando que el aumento “estaba acordado" con todos los bloques de la Cámara Alta, en reuniones de Labor Parlamentaria, criticando a su vez, que “a mí no me parece bien que el vocero del presidente gane tres veces más que un senador”, aludiendo a Manuel Adorni, y que “no me parece correcto que el sueldo de un legislador sea igual al inicial de un cajero de un banco”. Por su parte, los legisladores de Unión por la Patria, calificados como “casta política” por el presidente Javier Milei, se oponen fervientemente a cualquier proyecto proveniente del primer mandatario, y reclaman lo que consideran un justo aumento para lo que también consideran son sus castigados salarios frente a la inflación reinante, por lo que, a través del titular del bloque, José Mayans, presentaron un proyecto para que los salarios, que perciben los jueces, senadores y diputados, entre otros, no superen la cifra a veinte salarios mínimos, vitales y móviles.

Tal como desarrollé en otra de mis editoriales de @Haceinstantes, la escasa cantidad de legisladores propios en el Congreso, le impiden al Poder Ejecutivo lograr la aprobación de sus proyectos de ley como hemos visto ha sucedido con la pretendida Ley Bases o con el decreto de necesidad y urgencia, o lo que podría haber sido un claro rechazo al reciente proyecto de resolución que permitió incrementar los sueldos de los senadores y mover el tablero político hasta sacudirlo con fuerza, de haberse contado con el número suficiente. Es por ello que el presidente Milei, junto con algunos de sus más enconados funcionarios, y legisladores propios y afines, trabaja para aumentar la por ahora escueta base de integrantes de La Libertad Avanza en el Poder Legislativo, sumando a su vez tropa propia entre los gobernadores. Los aliados con los que cuenta el oficialismo hoy por hoy, pueden estar o no, de acuerdo con el proyecto propuesto, como ya se ha demostrado. No conforman por el momento un bloque compacto, por lo cual el presidente debe convencerlos, hasta a veces, uno por uno, para gestar el apoyo que lo conduzca a la implementación de su programa económico en su completitud, moviéndose paso a paso, en busca de adhesiones.

Creo que los sueldos de quienes nos representan deben ser excelentes sueldos, comenzando por el del presidente, y de acuerdo con la asunción de responsabilidades. Hay quienes pueden pretender una distinción entre los que trabajan bien y los que no, lo cual si no hay un consenso generalizado respecto de su valuación, podría ser considerada una percepción aislada y subjetiva, o de si, en definitiva, cumplen con sus funciones o no, que en la mayoría de los casos suele ser más que evidente. Señalado este punto considero que, mientras se le pide a la gente que transite con enorme esfuerzo este ajuste, y los funcionarios y legisladores no están ajenos al mismo ya que habitan el mismo país con las mismas o parecidas dificultades que el resto para afrontar sus gastos, el momento para aumentarse los sueldos en la magnitud expuesta y señalada, no es éste. Por más que algunos legisladores puedan sostener y de hecho lo hagan, que no votaron por este presidente y por ende por su programa de política económica, por lo que ni siquiera pretenden pasar por este ajuste que no convalidan, no es éste el momento para aumentarse los sueldos de esta manera, como si se lo estuvieran refregando en la cara a la gran mayoría que depende de terceros para un aumento no otorgado atendiendo a las actuales circunstancias. Puede que sea el sueldo más bajo o de los más bajos de un legislador en Latinoamérica. Pero hoy no corresponde dicho aumento.

El descontento y repudio social, y de ciertos sectores de la política, generaron que se estén presentando en el Congreso, distintas alternativas que hagan viable un incremento de los sueldos de los legisladores, en este caso de los senadores, acordes con la situación económica actual, y que no queden desfasados de los aumentos inflacionarios, pero tampoco excesivamente elevados según su promedio. Veamos si esto puede ser viable, y aceptado implícita y explícitamente por la mayoría de la ciudadanía, atendiendo a una cuestión muy simple que es que trabajan en representación del pueblo que los votó. Y la consideración sobre la excelencia que debiesen tener sus sueldos en base a la excelencia que debiesen tener la ejecución de sus tareas, se la deben ganar a través de su trabajo y el visto bueno que sobre él tengan quienes los votaron.

María Belén Aramburu

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