2024-09-25

Javier Milei pateó el tablero de la ONU, ¿Ahora qué?

Como me gusta hacer, a los efectos de la cabal comprensión del tema, comencemos por entender qué es la Organización de las Naciones Unidas, cuándo y por qué se creó y en qué contexto, para poder luego analizar con detalle el discurso del presidente Javier Milei y lo que éste implicará en nuestra relación con este organismo multilateral y el resto del mundo.

La ONU es una organización internacional, fundada en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, por 51 países, actualmente son 193, para mantener la paz y la seguridad del mundo, luego de esta devastadora guerra, fomentar relaciones de amistad entre las naciones, lograr la cooperación internacional de modo de propender a la solución de problemas globales, a la vez que de servir de centro que armonice las acciones de todas ellas, proteger y promover los derechos humanos, lograr el desarrollo sostenible de las naciones y la cooperación internacional en asuntos económicos, sociales y culturales. Se rige por la Carta de las Naciones Unidas, que entró en vigencia el 24 de octubre de 1945, habiéndose firmado en junio de ese año en la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos. Su aparición fue el reemplazo de la Sociedad de Naciones, fundada en 1919, ya que ésta no logró evitar otro conflicto internacional como el que se desató con la Segunda Guerra Mundial. Era la época en que se vivía otra Guerra, la Fría, que dividió al mundo en torno de dos superpotencias y sus satélites.

Cuando titulo la presente editorial de @Haceinstantes refiriéndome al presidente Milei pateando el tablero de la ONU, lo hago de forma literal, lo cual no quiere decir que no continuemos siendo parte del mismo, sino que no adherimos al rumbo que está tomando para la solución de los conflictos internacionales, en sus distintos ámbitos, disociándonos del llamado “Pacto del Futuro”, de una agenda trazada para el 2030, que no tardará en llegar. Cuando utilizo la primera persona del plural es porque el presidente de turno que pronuncia un discurso en las Naciones Unidas representa al país y a todos nosotros, sea quien sea el primer mandatario. Lo que les dijo a los presentes y al mundo entero, utilizando este foro de enormes repercusiones globales, y claro, utilizando otros términos, aunque el primer mandatario no se caracterice por el uso del lenguaje diplomático, fue que este organismo no sirve a los propósitos a los cuales se encomendó desde un principio. Aunque, a pesar de sus críticas, hizo una salvedad, señalando que “pasamos de tener dos guerras mundiales en menos de cuarenta años… a tener 70 años de relativa paz y estabilidad global”, pero reclamando por la falta de medidas ante la guerra entre Rusia y Ucrania y contra el terrorismo.

¿Por qué Javier Milei considera que la ONU no sirve para dar soluciones a los problemas que azotan el mundo? Uno que mencionó nos concierne a los argentinos. El presidente refirió a que “tampoco la organización ha cumplido su misión de defender la soberanía territorial de sus integrantes, como sabemos los argentinos de primera mano en relación a las Islas Malvinas”, aunque no hizo un reclamo puntual por la soberanía, cuestión que realizó la Ministra de Relaciones Exteriores Mondino, como una política de Estado, para que no caiga la moción que, año tras año, debe presentar nuestro país, de manera de darle continuidad al tratamiento de este asunto particular en las Asambleas que se celebran en la ciudad de Nueva York.

Dejando el caso específico del reclamo de la Argentina hace alusión a la falta de cumplimiento de los objetivos para los cuales la ONU fue creada, siendo desviados cuando afirma que “había sido pensada esencialmente como un escudo para proteger el reino de los hombres” pero “se transformó en un Leviatán de múltiples tentáculos”. Vale decir que, si no cumple con los fines asignados en su Carta fundacional, la organización no sirve. Entonces, ¿para qué está?, sería la pregunta ¿Habría que refundarla según su criterio? ¿Crear un nuevo organismo multilateral? No hizo referencia a ninguna de estas instancias. Aunque aclaró que “en palabras del propio secretario de las Naciones Unidas, exige definir un nuevo contrato social a escala global”.

Vayamos ahora a la mención del Leviatán, que “pretende decidir no sólo lo que debe hacer cada nación, si no cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo”. Leviatán es el libro más conocido del filósofo y político inglés Thomas Hobbes y, de entre todos los conceptos que de él se pueden extraer, sólo lo haré del que es el más probable sobre el que Milei haya considerado para traerlo a colación en su discurso: el de la justificación de un Estado absoluto, basado en una propuesta de contrato social. La manera de vivir del hombre en su estado natural, de acuerdo con lo expuesto por Hobbes en el Leviatán, es la de la “guerra de todos contra todos” y la famosa frase que resume la idea de que “el hombre es un lobo para el hombre”. Para no explayarme sobre este autor inglés, y remitiéndolo directamente a Milei en su alocución, éste arrincona el accionar de la Organización de las Naciones Unidas en un marco ideológico opuesto al suyo, tildándola de promover políticas “socialistas”, acusándola de haberse convertido en “una organización que impone una agenda ideológica a sus miembros”.

El blanco de los cuestionamientos fue principalmente el “Pacto del Futuro”, proyecto sobre el cual los países miembros se encuentran trabajando con el objetivo de poner un freno al calentamiento global, la promoción de políticas de género y de inclusión, ayuda a países de economías inestables, etc, sobre el cual Milei no sólo se disoció y no suscribió, como hizo el resto, sino que señaló que “vengo a decirle al mundo lo que va a ocurrir si las Naciones Unidas continúan promoviendo las políticas colectivistas que vienen haciendo bajo el mandato de la “Agenda 2030”. La calificó de dirigista además de señalarla explícitamente como “socialista” al pretender “resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas”.

En la pretensión de darle un giro ideológico a la organización que viene funcionando desde 1945, Javier Milei, levantando su bandera de “liberal libertario”, propuso una alternativa a la “Agenda 2030”: “La Agenda de la Libertad”, porque la expuesta y suscripta, alega, implica “la restricción de las libertades individuales”. Y, como si este desafío no bastara, anunció que “Argentina va a abandonar la posición de neutralidad histórica que nos caracterizó”, agregando que “va a estar en la vanguardia de la lucha de la defensa de la libertad”.

El paralelismo ideológico que realizó Milei en la Asamblea General de las Naciones Unidas lo remitió a una comparación entre el organismo y nuestro país, ya que aludió a las que llamó “políticas colectivistas” que durante muchos años estuvieron vigentes en nuestro país y que “no tienen mejor solución que restringir, reprimir, y coartar su libertad”, llevándolo a la actualidad, asumiendo el caudal de votos que lo llevaron a la presidencia de la Nación y que asume que, como tal, apoya sus ideas liberales libertarias incondicionalmente, incluso en su representación ante esta organización. Es por ello que remarcó que “la Argentina, que está viviendo un profundo proceso de cambio en la actualidad, ha decidido abrazar las ideas de la libertad”.


Al posicionarse en el espectro ideológico en una polarización orientada a la derecha, invitó a otros a hacer lo mismo “a través de una fuerza conjunta de todos los países que defendemos la libertad”. ¿Se sumarán voluntades gubernamentales que se encuentran en el mismo punto de polaridad a su reclamo? ¿O jugará en solitario en ese foro? Porque su ubicación ideológica es conocida por los primeros mandatarios que tratan con la Argentina, en estos organismos internacionales, en relaciones bilaterales, y a través de sus encuentros personales y declaraciones públicas. Esto, si bien lo ha posicionado en política exterior en su relación con el resto del mundo, lo profundiza al escindirse de un proyecto global como lo es la “Agenda 2030” y al querer constituir un bloque ideológico de derecha “en defensa de la libertad”, apelando a sus propias palabras, en las Naciones Unidas.

Las repercusiones, más allá de las que fueron resonando en los distintos medios de comunicación nacionales e internacionales, y analistas políticos y económicos de acá y de allá, recibiendo elogios y críticas por doquier, se irán viendo con el tiempo y en el tiempo. Un triunfo o derrota de Donald Trump también le modificará su propia agenda de política exterior en su vínculo con una de las principales potencias del mundo. A Giorgia Meloni, la Primera Ministra italiana, la invitó a nuestro país en noviembre. ¿Tendrán un eco transformador las palabras del discurso de Milei pronunciadas en el seno de la ONU? Porque fue aún más lejos cuando se refirió a “esta doctrina de la nueva Argentina” que “no es ni más ni menos que la verdadera esencia de la Organización de las Naciones Unidas: es decir, la cooperación de naciones, unidas en defensa de la libertad…”

Javier Milei busca tener un liderazgo internacional además del nacional, y va por ello. Lo hizo en varias oportunidades. Y recientemente lo demostró una vez más. Quiere marcar la cancha ideológica en la toma de decisiones mundiales y ser la cabeza de jefes de Estafo que concuerden con la posición por él asumida.

Por María Belén Aramburu

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