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02/09/2024

¿Por qué Milei le teme a los 2/3 del Congreso? ¿Cómo va a desmantelarlos?

No es un tema menor para el presidente no poder juntar los votos que necesita para aprobar un proyecto propio o desechar uno ajeno, sobre todo, si su gestión se pusiera en jaque por un pedido de juicio político.

¿Por qué Milei le teme a los 2/3 del Congreso? ¿Cómo va a desmantelarlos?

El temor del presidente Javier Milei, y con él, el del gobierno, a los dos tercios del Congreso es, por situaciones reales, existentes, y probables futuras, que se pudiesen concretar en el tiempo. Comencemos por las primeras.

Milei cumplió otra de sus promesas. La de vetar en su totalidad el aumento que votó la oposición en el Congreso. En la Cámara de Diputados, pese a la votación a favor del proyecto, de parte de sus aliados del PRO, en la votación en particular de los artículos, hubo objeciones y algunos de ellos, principalmente relacionados con el financiamiento de dicho aumento, no obtuvieron su aprobación. En el caso de la votación en la Cámara Alta, los senadores del PRO, salvo una, Carmen Álvarez Rivero, cordobesa, que se alió a los otros siete que, siendo libertarios, votaron en contra, la gran mayoría de los legisladores, macristas, kirchneristas y radicales, aprobó el incremento para convertir finalmente el proyecto en ley, lo que demostró, a su vez, el pensamiento y posicionamiento de los gobernadores.

El sustento del veto está en el mismo orden de la acusación que, sobre los legisladores, hizo Milei, al calificarlos, una vez más, de “degenerados fiscales”. No hay una partida presupuestaria para financiar dicha erogación, ha explicado el presidente, que permita “hacer frente al gasto que representaría para el Sistema Integrado Previsional Argentino”, lo que “tornaría imposible cumplir con las metas fiscales fijadas por el Gobierno Nacional para el actual ejercicio fiscal y los siguientes”, con su argumento de siempre, en defensa del equilibrio fiscal. Se podría compensar con algún aumento, a ser evaluado, de la jubilación mínima, por el costo político que puede traer aparejado, pero ese es otro tema a considerar. Volvamos al eje de la cuestión planteada en la editorial de @Haceinstantes, los dos tercios y lo que de ello se deriva.

Siendo un veto total a la ley sancionada por el Congreso, y no parcial como le habían recomendado algunos aliados y de la propia tropa, de acuerdo con el seguimiento de la votación artículo por artículo, el temor del Ejecutivo pasa por los dos tercios que, de obtenerse en el Congreso, tal como lo indica el artículo 83 de la Constitución, sostendrían la ejecución de la ley inicialmente aprobada en el Poder Legislativo. El proyecto, al regresar a la Cámara de origen, la de Diputados, podría obtener los dos tercios de los miembros presentes requeridos, para luego pasar por el Senado con el mismo resultado. La experiencia anterior pone en alerta el riesgo que el Ejecutivo asume en esta consideración que, sometida al voto de los legisladores, tendrá la ley tras el voto presidencial. Y si a esto se agrega que la votación es nominal y se conocerá entonces la procedencia de cada uno de ellos además de la justificación que a ese voto se le añade, al gobierno le puede complicar el escenario, habiendo venido de otro traspié reciente, que le significó no poder disponer de fondos por un monto de $100.000 millones para la reformulada SIDE, que tiene su base en el mismo problema: la cantidad de votos.

Advertido sobre las consecuencias, fue el propio Milei quien se puso a negociar, luego de los resultados de las votaciones en ambas Cámaras del Congreso, reuniéndose con el ex presidente Mauricio Macri, tras el comportamiento del PRO en el Congreso. Fue el titular de este partido quien le aconsejó poner orden y encolumnar a los legisladores, después de, por supuesto, haberle brindado su punto de vista al respecto y argumentado su desacuerdo sobre los temas de fondo. Si bien no le gusta entrar en negociaciones políticas, prefiriendo que de esta tarea se encarguen otros de su círculo más íntimo, no tuvo más remedio que hacerlo él mismo ante la necesidad que el peligro de los dos tercios le acechara luego del veto, y por otro riesgo más importante, del que me ocuparé a la brevedad.

¿Qué está haciendo el presidente Milei para desmantelar el fantasma de los dos tercios del Congreso? Se reunió con Mauricio Macri, luego de la reunión tomó la posta de juntar a libertarios y aliados del PRO en una misma mesa para llegar a un acuerdo, aunque a sabiendas, de manera consciente o inconsciente, que esto recién comienza y que, pese a este esfuerzo de parte del Ejecutivo, el Legislativo tiene dos andariveles, Diputados y Senadores, con recorrido propio. La Libertad Avanza reconoce internamente que tiene muy pocos legisladores que representen al partido y ningún gobernador. Es por ello que la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, se encuentra organizando la estructura partidaria a nivel nacional. Pero mientras esto acontece, el funcionamiento del Congreso con propios, aliados, y opositores dialoguistas continúa siendo necesario para la implementación de las medidas del programa de gobierno, el que ya le demostró, en más de una oportunidad, que le puede ser absolutamente adverso.

El orden interno es aquel del que adolece La Libertad Avanza. No es que sólo se trate de internas partidarias, que hasta podrían estar contempladas en los libretos más conocidos incluso, sino que, a poco de comenzar el período de gestión de gobierno, y siendo tan pocos sus integrantes, forman monobloques, bloques minoritarios, además de someter a algunos a la expulsión del partido, luego de haberse lanzado improperios y acusaciones cruzadas, algunas más graves que otras, desconociendo cuál será el comportamiento que mantendrá cada uno de ellos tras las represalias convertidas en públicos acontecimientos. Sumado esto a las internas de sus aliados, que se dividen entre los macristas y los que adhieren a la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, juntar a todos bajo un mismo proyecto o propósito, escapa muchas veces de sus manos.

Pero el mayor temor que Milei y su gobierno tienen respecto de los dos tercios del Congreso, más allá de proyectos puntuales que son fundamentases para su gestión gubernamental, y sin los cuales les es imposible ejercer su gestión, es el del juicio político al presidente. De hecho hubo una presentación de 25 páginas por mal desempeño de sus funciones y posible comisión de delitos en el pasado mes de abril. La Cámara de Diputados es quien ejerce la acusación, con una mayoría de dos tercios de los presentes, ante el Senado, que, con la misma mayoría juzga al acusado por Diputados. El pedido de juicio político debe ingresar por la Comisión que lleva este nombre, de la Cámara Baja. Si los dos tercios de Diputados aprueba el dictamen de comisión, que ya realizó una investigación y procedió a aceptar y así canalizar uno, alguno o todos los cargos presentados, se da curso a la acusación ante la Cámara Alta, que, decidirá por dos tercios de los presentes, si destituye o absuelve al acusado. Si el acusado es el Presidente de la Nación, el Senado debe ser presidido por el titular de la Corte Suprema de la Nación durante ese proceso.

Dicho esto, el acercamiento que se generó de parte de José Mayans a la vicepresidenta Victoria Villarruel que en su oportunidad desarrollé y analicé en mi editorial anterior de @Haceinstantes, y la idea sobre si la titular del Senado podía ser considerada peronista o no por su asociación al nacionalismo, que profundizó una vez más la interna en el bloque opositor, como también expliqué, dio lugar a sendas especulaciones de las que, por el momento, Villarruel se mantiene al margen, no siendo de su incumbencia, pero que sí, alimentaron suspicacias con respecto a cuál era el lugar que ocupa la vicepresidenta en torno de todo este malestar político. Por el momento, reitero, ella se mantiene al margen, más allá de sostener, en muchos casos, una agenda que le es propia.

Volviendo al fantasma de los dos tercios, no es un tema menor para el presidente no poder juntar los votos que necesita para aprobar un proyecto propio o desechar uno ajeno, sobre todo, si su gestión se pusiera en jaque por un pedido de juicio político, que requeriría de los dos tercios de ambas Cámaras del Congreso. Y el oficialismo sabe que, de ser factible, la oposición, apretaría ese botón.

Por María Belén Aramburu

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