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29/07/2024

El endeble poder de Nicolás Maduro tras las elecciones

¿Edmundo González Urrutia era un candidato con la energía y espalda suficiente como para afrontar y ganar las elecciones?

El endeble poder de Nicolás Maduro tras las elecciones

Varias de las encuestas realizadas sobre las elecciones que transcurrieron en Venezuela daban por hecho que sin inconvenientes en el recuento de votos, el electorado se inclinaría por el voto opositor, dando victorioso a Edmundo González Urrutia. Pero el Consejo Nacional Electoral transmitió, a través de su boletín, que Nicolás Maduro había obtenido la reelección para comenzar su tercer mandato, con el 51,20% de los votos, frente a su adversario que se quedó con el 44,20%. Al momento de escribir esta editorial, la web electoral se encuentra caída, por lo que se desconoce la actualización del escrutinio, mientras que Nicolás Maduro fue proclamado presidente en un acto transmitido por la televisión estatal venezolana.

Lo peor de todo son las sospechas de fraude, porque eso empaña al mismísimo sistema democrático y su consecuente institucionalidad. Estuve y estoy leyendo las repercusiones en medios extranjeros sobre el resultado electoral en Venezuela y, en su mayoría, haciendo por supuesto el discernimiento correspondiente sobre inclinaciones ideológicas mediáticas, de haberlas según el caso, se refieren a la falta de transparencia, al fraude mencionado, sobre todo denunciado por la oposición, y a un pedido de revisión de los votos. Mientras el Washington Post pone en duda la victoria de Maduro, The New York Times refiere a éste como “autócrata”, y a la elección de “tainted” o “contaminada” en su traducción al español. En International, y haciendo la traducción del francés, me encuentro con un titular que expresa que Maduro gana  un tercer mandato pero “contradice las encuestas de boca de urna”. El diario británico The Guardian alude en uno de sus titulares a Maduro, que “se declara ganador por la autoridad controlada por el gobierno”. El diario mexicano El Universal pone en palabras de la oposición, que ésta “denuncia irregularidades en conteo de votos”. O Globo eligió ponerlo en boca del candidato opositor que aduce que “los resultados son imposibles de esconder”, por citar algunos ejemplos.

Ayer en la Ciudad de Buenos Aires, como sucedió en otras capitales del mundo en las que tienen sede las embajadas venezolanas, se escucharon los bocinazos de los ciudadanos que, habiendo emigrado de su país, se instalaron en la Argentina, país que los recibió con los brazos abiertos. Sólo el 1% pudo votar. De los ocho millones de venezolanos que viven en el exterior, cinco millones tienen derecho a voto, pero sólo estaban contemplados 69.000 para el sufragio. Contabilizados al año 2023, son aproximadamente 220.000 los venezolanos que eligieron vivir en la Argentina, de los cuales, el 70% se encuentra en edad de votar, según datos del Ministerio del Interior. El sufragio requiere de varios requisitos: el pasaporte vigente, la cédula de identidad venezolana, y el DNI argentino con residencia permanente, que en nuestro país sólo pueden cumplirlo los extranjeros con más de tres años de residencia temporal. Cuesta US$ 280 renovar el pasaporte ya que de ese monto, US$ 80 son para el envío. Si no tiene la cédula y no pudo volver a Venezuela a tramitar una, está impedido de registrarse por no disponer de la documentación necesaria. Afuera de la sede de la embajada de Venezuela en Buenos Aires, hubo quejas por no poder inscribirse, más allá de las trabas que desde el gobierno de Maduro se instalaron para el ejercicio del voto de aquellos que viven en el exterior, por la burocracia y largas filas que no sólo desalentaban a permanecer, ya que podían durar todo un día para tener que volver al siguiente y así en reiteradas oportunidades, sino que también hay las hay respecto de que había un solo puesto de atención, otorgándose entre 40 y 50 turnos por día. A todo esto se sumó la dificultad de algunos que tienen su identificación de usuario bloqueada en el sistema, y no puede viajar a su país para desbloquearla. Por todo esto se estimó que solamente había 500 empadronados.

Según un estudio del Registro Nacional de las Personas, organismo comprendido en el organigrama del Ministerio del Interior, la elección de la Argentina como país de residencia se debió, y se debe, a la facilidad y rapidez para regularizar su status migratorio al llegar, la probabilidad de conseguir trabajo en su profesión, el apoyo de familiares o conocidos venezolanos viviendo en el país, la posibilidad de reunificar la familia, el eventual acceso a la educación universitaria, la necesidad de atención médica ante problemas de salud específicos y la percepción de Argentina, especialmente el AMBA, como un lugar con elevado nivel de vida y variedad de opciones culturales.

Todos conocemos venezolanos que viven en nuestro país, en nuestra ciudad, agradecidos de nuestro cálido recibimiento. Estudian, trabajan, se interconectan entre ellos, se frecuentan, muchos hasta trabajan juntos, participan de los eventos culturales del lugar donde habitan, y se integran a nuestra sociedad. Pero sienten nostalgia. La nostalgia de no estar en su país, y sobre todo, de lo que implica una migración forzosa por no poder, en la mayoría de estos casos, tener lo más básico para su subsistencia. Todos ellos querían expresarse a través de su voto, aunque muy pocos lo lograron. Todos ellos querían un cambio en su país. Pero no tuvieron la fuerza electoral para hacerlo. Formando parte del conjunto de las cinco millones de personas que residen en el exterior y que podrían haber contado con la posibilidad de emitir su voto, todos ellos debieron conformarse con el resultado recibido desde su país de origen. Aunque no con el esperado. De lo contrario, estarían viviendo en Venezuela con sus seres queridos. Y así como ellos no tuvieron la posibilidad de expresarse, lo mismo sucedió con el resto de los venezolanos en el mundo, con cuyos votos se podría haber arribado a un resultado diferente, siendo que, insisto, sólo el 1% podía hacerlo.

Voy a otro punto en cuestión. ¿Quién enfrentó a Nicolás Maduro en estas elecciones? Edmundo González Urrutia. Es un diplomático de carrera, analista internacional y formó parte de la Mesa de la Unidad Democrática, una alianza de partidos de la oposición, que dio lugar a la formación de la Plataforma Unitaria Democrática, plataforma política desde la cual se lanzó su candidatura. Pero debo afirmar, y con absoluta certeza, que la real candidata es María Corina Machado, quien ganó las elecciones primarias en octubre del año pasado con más del 90% de los votos. Al encontrarse inhabilitada por el Consejo Nacional Electoral para ejercer un cargo público por 15 años, por no haber incluido en la presentación de su declaración jurada de patrimonio el pago de bonos de alimentación, no pudo inscribirse como tal  y, en su reemplazo, quedó González Urrutia, desconocido hasta entonces por la ciudadanía en general. La oposición se presentó en nombre del “cambio” en Venezuela, en representación de los deseos de parte de la población de terminar con el status quo vigente durante 25 años y, por continuar llegando a 31, con el último resultado electoral. Sin darlo por sentado y confirmándolo una y mil veces al electorado, PUD afirmó que, votar por este candidato significaba votar por Machado quien, siendo la figura pública política y conocida de la primera línea de la oposición, iba a gobernar de hecho, de triunfar la oposición.

¿Edmundo González Urrutia era un candidato con la energía y espalda suficiente como para afrontar y ganar las elecciones ante la embestida del actual presidente Nicolás Maduro? Suficiente no era. Aunque sí representa los valores, ideología e ideas del pueblo venezolano que se opone a un Maduro y al chavismo en su conjunto, enquistados en el poder. El oficialismo le puso el mote de “Biden de la región”, supongo que por su edad, 74 años, Biden es mayor de todos modos, y su modo de caminar cansino y su voz más apagada a la vez que su discurso más pausado que los de su mentora. Aunque María Corina Machado lo acompañó en su campaña electoral, al tiempo que recorría por su cuenta cada región de Venezuela, no era lo mismo, no resultaba ser suficiente. Aunque fuese protagonista en los actos de campaña, tampoco era suficiente. No daba lo mismo. Se la quería a ella como candidata, y no a otro personaje. Machado es la viva representación de la oposición en Venezuela.

Luego de conocerse los resultados, mientras Nicolás Maduro repetía que pedía “respeto a la vida soberana de Venezuela, respeto a la voluntad popular”, el presidente argentino, Javier Milei, le exigía, mediante su cuenta de X, “Dictador Maduro, afuera!!!”, luego de un comunicado emitido por nuestra Cancillería, junto con los ministros de Relaciones Exteriores de otros países que pedían “garantías” para que se respetase “la voluntad popular”, haciendo alusión al sospechado triunfo de la oposición. Los entrecruzamientos verbales entre Milei que calificaba a Maduro de “dictador” y “comunista” y de Maduro a Milei como “fascista” y “nazi”, no tuvieron tregua en su expuesto distanciamiento político e ideológico. También el ex presidente argentino y titular del PRO, Mauricio Macri, tras haberse expresado en reiteradas ocasiones a favor de la oposición en Venezuela, le pidió a Maduro que deje el poder, y salió recientemente a reclamarle al primer mandatario brasileño, Lula da Silva, que “no permanezca callado”, ya que Da Silva no lo felicita pero tampoco denuncia fraude, mientras el gobierno de Brasil reclama al chavismo, que muestre las actas de votación.

La Argentina, a través del gobierno de Milei ha sido muy explícito en su repudio a la gestión de Maduro. Incluso cabe recordar que seis dirigentes opositores al gobierno de Maduro, del entorno de María Corina Machado, se encuentran refugiados en la embajada argentina en Venezuela, ante las órdenes de detención que recibieron por ser considerados “desestabilizadores”. El gobierno de Javier Milei no envió embajador a Venezuela, al igual que lo hizo con Cuba y Nicaragua, manteniendo sólo una representación formal. Sin embargo, Venezuela tenía una embajadora en nuestro país, Stella Marina Lugo de Montilla, quien en X, tuiteó: “Denuncio contundentemente las irresponsables acciones injerencistas y el asedio a nuestra embajada en Buenos Aires”, en momentos en que se desarrollaban las elecciones en ese país y a su alrededor se aglutinaban venezolanos y funcionarios del gobierno de Milei como Patricia Bullrich y Diana Mondino. Tenía una embajadora en la Argentina, porque hoy le ordenó retirarse, al igual que a los embajadores de todos los países que no reconocieron su elección.

María Belén Aramburu

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