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22/07/2024

¿Cómo influye en la campaña electoral de Trump el retiro de Biden?

De ser Harris la nominada para enfrentar a Trump, sería la segunda contrincante mujer del Partido Demócrata contra quien el ex presidente deba resolver el resultado.

¿Cómo influye en la campaña electoral de Trump el retiro de Biden?

Hasta el momento el ex presidente Donald Trump tenía un contrincante conocido y altamente criticable y cuestionable. Un contrincante a quien convirtió en enemigo y que, con motivo de su gestión y actos de gobierno, podía fácilmente ser observado y repudiado en sus equivocaciones, cada vez más frecuentes y, después del debate presidencial, aún más visibles y advertidas tanto para los dirigentes políticos como la ciudadanía en general, ciudadanía norteamericana y mundial, ya que Joe Biden gobierna una potencia, uno de los países más poderosos del mundo, con todo lo que ello implica.

Criticado y cuestionado por Donald Trump, Joe Biden le resultaba un blanco fácil al cual apuntar, un blanco frágil a quien exponer, y un blanco débil hasta para los propios demócratas. “El corrupto Joe Biden no era apto para postularse como presidente y, ciertamente no es apto para servir, ¡nunca lo fue!”, expresó Trump cuando se supo que Biden renunciaba a su candidatura, agregando, para sumar puntos a su favor en pos de las próximas elecciones, que “sufriremos mucho por su presidencia, pero remediaremos el daño que ha hecho muy rápidamente”.

Un presidente puede perfectamente cometer algún error en su alocución. Eso se entendería si no fuese porque Joe Biden más que errores, entró en confusiones. Y cada una de ellas, que reviste mayor o menor gravedad, según sea el caso, de manera indiscutida escaló a tal nivel, que el propio Partido Demócrata puso la lupa sobre su candidatura hasta el desenlace finalmente obtenido y conocido, sobre todo después del debate televisado y visto por millones de electores, en el que Biden aparecía con una mirada perdida, desconcertada, con palabras balbuceadas, sin fuerza y sin tener la capacidad suficiente como para defender sus ideas frente a un temerario Trump.

No podría establecer cuál equivocación fue más o menos grave u ostensible que otra, pero sí que ninguna pasó inadvertida por provenir justamente del presidente de los Estados Unidos. Entre los errores más recientes está el de referirse al primer mandatario ucraniano, Volodomir Zelenski, como “presidente Putin, encontrándose Ucrania y Rusia en guerra, siendo además el contexto la cumbre de la OTAN. Fue en esa misma cumbre, que llamó a su vicepresidenta, Kamala Harris, “vicepresidente Trump”. Me pregunto en qué estaría pensando. ¿Cómo hizo para establecer este tipo de relaciones y expresarlas? Hace poco, cuando el Partido Demócrata debatía internamente sobre la posibilidad de bajar su candidatura, después del debate con Trump, nuevamente llamó a su secretario de Defensa “el tipo negro”, así como si nada, cuando anteriormente se había referido a éste como “el tipo que dirige ese equipo allí”, siendo que “el equipo” es nada menos que el Pentágono. Confundió al presidente de Egipto con el de México, cuando hizo alusión al permiso solicitado para el ingreso de material humanitario en la Franja de Gaza. A fines de septiembre de 2022, en el cierre de una conferencia sobre “Hambre, alimentación y salud” en la Casa Blanca, preguntó por Jackie haciendo uso del micrófono, cuando esa congresista, quien se ocupaba de estos temas, había fallecido en agosto y él mismo había enviado sus condolencias.

Como si estos ejemplos no bastaran, hace poco confundió a una mujer rubia con su mujer, Jill, quien luego entró en escena, mostrándose Biden como mareado en el enredo de dicha confusión ya que se trataba de su propia esposa. Me enterneció una carta que leí, a propósito de esto, mientras me informaba sobre la campaña presidencial en los Estados Unidos, de la viuda de Ben Bradlee, ex director de The Washington Post a Jill Biden. Para quienes no lo saben o recuerdan, Bradlee dirigía éste diario en oportunidad del caso Watergate, destapado por los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein. Bradlee fue condecorado por Barack Obama en 2013. Les cuento brevemente sobre este señor porque, si bien no era el presidente de los Estados Unidos, era poderoso por su puesto y permanentemente convocado para brindar conferencias sobre distintos temas. Hasta que un día quedó muy expuesto, cuenta su mujer Sally Quin en esa carta dirigida a Jill Biden, y se percata que ya no puede aparecer en público. “Mi marido estaba perdiendo el ritmo, necesitaba protección”, aclara Sally en dicha carta. Demostrando conmiseración con Jill, le expresa: “No pretendo saber lo que le pasa a Joe Biden, lo que sí sé es lo que es recorrer el duro camino de la vejez con alguien a quien amas”. Y me enterneció. Porque se trate de quien se trate, debe ser un camino difícil tanto para el que padece estas dificultades en cierta etapa de la vida, como para sus seres queridos, sobre todo si se está tan expuesto. Por ello el título de la columna del Washington Post es: “Hasta los gigantes se desvanecen”. Creo que, a través de su carta, Sally mostró una gran empatía y entendimiento, a la vez que una advertencia sobre lo que el actual presidente norteamericano y en consecuencia su mujer en calidad de tal, debiesen hacer.

La carta mencionada de parte de la viuda del ex director del Washington Post a Jill Clinton puede estar cargada de ternura a la vez que de advertencia, aunque sin la pretensión de inmiscuirse en los asuntos de Estado que no son de su alcance. Cada quien, con sus responsabilidades, debe estar a la altura de sus compromisos, en este caso tratándose de los que tiene con la ciudadanía norteamericana y el resto del mundo por ser el presidente de los Estados Unidos.

Habiéndose conocido su retiro de la carrera presidencial, resta finalizar su mandato. La continuidad en la gestión y la exposición que ésta conlleve con la comisión de futuros errores si los hay, no le servirá a Donald Trump para el combate de campaña que tanto disfruta. Aunque sí los de gestión en representación de los demócratas. Tampoco le servirá hablar de la edad. Joe Biden tiene 81 años, edad a la que se aproximará Trump de ser nuevamente electo presidente, cuando finalice su mandato, ya que alcanzaría, en ese entonces, los 82 años. Y menos le servirá hablar de edades si su contrincante pasa a ser Kamala Harris, de 59 años.

Por el momento, la candidata propuesta por Joe Biden para sucederlo es su vicepresidenta, Kamala Harris, aunque falta un mes hasta que la Convención del Partido Demócrata decida por el o la candidato/a, o previamente mediante una votación virtual, o a través de ambas instancias. Se trata de una ex fiscal de California, quien perdió la interna contra Biden para convertirse en su acompañante de fórmula. Como ex fiscal está bien preparada para preguntar e indagar hasta el hueso a quien sea su contrincante político, en este caso, a Donald Trump, en un debate mano a mano, y quien también la ha cuestionado por no haberse ocupado como debiese de la única tarea importante que se le asignó, la de frenar la inmigración, tildándola de “mentirosa” por no haber cumplido sus promesas.

Kamala Harris no es una rival fácil para Donald Trump, aunque la descalifique en sus discursos, tratándola de “monstruo” y “mujer colérica”. Además continúa en la gestión como vicepresidenta, por lo que puede a su vez ser evaluada a través de sus actos de gobierno. Kamala Harris es mujer. El voto en los Estados Unidos no es obligatorio y la mayoría de las que votan son mujeres. Es la primera mujer, la primera afroestadounidense y la primera persona de origen asiático en ser vicepresidenta de los Estados Unidos. Fue la primera mujer y la primera persona negra al frente de los servicios judiciales del estado más poblado del país, California. Fue la primera mujer del Sur de Asia y la segunda senadora negra de la historia. Tiene varios récords en su haber. Su padre, profesor de economía jamaicano y su madre india, investigadora del cáncer de mama, dejaron una huella marcando su identidad y su lucha por los derechos civiles desde pequeña.

De ser Harris la nominada para enfrentar a Donald Trump en las elecciones, sería la segunda contrincante mujer del Partido Demócrata contra quien el ex presidente republicano deba resolver el resultado, habiendo sido, en 2016, Hillary Clinton, quien, pese a haber obtenido cerca de tres millones de votos más que él, fue derrotada por ser, el estadounidense, un sistema de votación indirecta, mediante delegados al Colegio Electoral. Asumió por ese entonces Trump, no obtuvo la reelección cuando se debatió ante el electorado frente a Biden quien llegó al poder en 2021, y ahora va en busca de otro mandato.

¿Cambia la estrategia de Donald Trump dependiendo de su adversario? Por el estilo del republicano mi respuesta es sí. De tratarse de la vicepresidenta Harris, ya la conoce y la estuvo castigando cada vez que pudo, de modo de ponerla en jaque y cuestionar la gestión gubernamental de Biden, de la cual ella forma parte activa. Corrido Biden del escenario, y con la incertidumbre de un mes sin saber contra quién pelea, deberá ser más general en sus apreciaciones y mostrar de manera más contundente su programa de gobierno que, si bien es conocido desde lo ideológico y práctico por haber sido presidente de la Nación, no por ello ajeno a su actualización y permanente defensa de ideas, si de ganar las elecciones se trata.

Si bien Joe Biden y muchos dirigentes políticos de su partido bregan por la unidad, que podría ser en torno de la candidatura de la vicepresidenta, los demócratas barajan otras opciones, como las de Gretchen Whitmer, quien ha sido gobernadora de Michigan durante dos períodos, Andy Beshear, gobernador de Kentucky, los senadores Amy Klouchar y Cory Booker, Gavin Newson, gobernador de California, Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, Pete Buttigieg, Secretario de Transporte, Jay Robert Pritzker, gobernador de Illinois, y algunos otros, según la información que pude recabar. Cada uno de ellos será susceptible de ser blanco de ataque del candidato republicano, fiel a su estilo de siempre, según surja de las decisiones del Partido Demócrata. ¿Y Michelle Obama? Según mi criterio sería una candidata ideal para ganarle a Trump y varias encuestas así lo indican, salvo por el hecho de que ella se ha negado, y lo ha hecho público, a ingresar en la carrera presidencial.

Si bien el atentado de magnicidio dirigido a Donald Trump puso paños fríos en la contienda electoral en pos de una unidad más pregonada que puesta en práctica, la averiguación sobre esta situación también enfrentó a ambos bandos cuando se puso en tela de juicio el desempeño del Servicio Secreto de Seguridad durante el mitín del ex presidente norteamericano. Es así que su directora, Kimberly Cheatle admitió errores en la custodia, aseverando que “fallamos” y asumiendo toda la responsabilidad. Por su parte, Donald Trump, más allá de la tragedia que esto significó y de haber salvado su vida de milagro, ya que uno de los disparos provenientes de un francotirador ubicado en una terraza a 150 metros del escenario, le provocó una herida de 2 cm en la parte superior de su oreja derecha, capitalizó este hecho señalando que “no paran de decir que soy una amenaza para la democracia” y que “la semana pasada recibí un balazo por la democracia”.

Los Estados Unidos y el mundo están pendientes de estas elecciones. La Argentina también. Al presidente Javier Milei no le da lo mismo quién las gane, porque, más allá de sus encuentros y saludos con Joe Biden, por tratarse del actual primer mandatario, se ha declarado públicamente a favor del triunfo de Donald Trump con quien comulga ideológicamente, y hasta con sus similares estilos de conducción en la política, toda vez que ha coincidido con él en mitines afines a las ideas de ambos.

El dilema del candidato demócrata se resolverá a la brevedad y no pasará mucho tiempo hasta que llegue el período electoral y se conozca el nombre del/de la próximo/a presidente/a de los Estados Unidos.

María Belén Aramburu

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